Era otro el sistema figurativo cuando alcanzábamos la posición teatral y nos compenetrábamos al leit motiv de los acusadores.
A eso, sumale qué tu zona de confort me tenía ampliamente rechazado. Quizás por la comparación odiosa y resultante a los fines específicos del ladrón del siglo.
Bastante suspicaz igual, la conspiración de las deseadas para obligarte a creer a creer o a creer.
Y yo no estaba para eso. La soledad, me indicaba la perfomance.
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