Era frecuente tener que sufrir la intención del deseo en la espalda, justo cuando el hechizo del amor se hacía trizas en el lenguaje. O sea, yo no lo podía disimular.
Realizaron una operación de inteligencia artificial y quedaba pormenorizado que las acciones de acoso al tipo, no eran más que los planes de castigo divino dilucidados por los traidores.
¿Ideología?, no, no había. Era un invento del conocimiento científico y por cierto, no cumplimentaba rol alguno para los alquimistas de los deseos carnales.
Fácil para el orgasmo.
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