Acaso La Bohemia

Tenían el estudio de los ángeles y  yo qué. Estipulaban la verdad de las situaciones de amor y desamor y bajo esas consideraciones yo no podía esgrimir palabra alguna. 

Esto era de moda me decían, y entonces no me importaba si eso estaba bien o estaba mal. Sólo sentía el ritmo de esa naturaleza cultural y obvio, me creía lo más.

La memoria no me fallaba. Aunque a veces el olvido hacia estragos. El amor puro existía. Se exteriorizaba en hechos, incluso en contradicciones. Recuerdo cuando curtíamos la bohemia y la gente bien me admiraba acaso porque les parecía raro. Era usual que me enamoré. No tenía prejuicios ni pruritos de ninguna índole. 

Aunque las drogas eran cosa de los déspotas.

¿ Y yo qué?.

La Confidente

Abdul el inconsciente continuaba con su estrategia de secretos ocultos a costa de lograr torcer el destino amalgamado en número sagrado. Los ilusionistas se quejaban de los traidores de dios pero estos a su vez, no tenían saber de ser. Ergo, lo copiaban.

Una novela encantadora decía abdul para sus sueños y ahimsa sonreía. Nadie engrupía a la elite social que sólo aspiraba a entablar su adoctrinamiento.

Y por las noches cantaban su confidencia. El conocimiento del inconsciente. Igual, la intencionalidad del número dado vuelta.

El Vidente, Los Popes

Eso no era trabajar. Simplemente era un ejercicio de demostración conectiva y al punto, no era mérito para los acostumbrados a sistemas laborales de antaño.

Artilugio mediante, las  clases te explicaban la verdad de la verdad y en contra de la verdad. Y de la construcción, a posteriori reflexionaban.

Pero lo que hacía la naturaleza, adrede eso no era trabajar.

El Calumniante

Usualmente se hacían el plato con los restos del chiste a propósito del felino.

La idea de vintage por ese entonces no existía. Al no existir, empañaban el vidrio los cuadros más aristocráticos a priori de un uso, del amor plebeyo.

Se veía poquísimo la letra chica del tratado y por ardor del habla comenzaban a sufrir las dolencias del astigmatismo espiritual.

Su leading case no había terminado.

Orga, Los Dientes Del Estigma

La que te dije no quería saber absolutamente nada del informante. La tercera generación bailaba el son y era obvio que yo, sufría la desconfianza.

La técnica en la tecnología discutía el razonamiento del lider y el sex appeal se lo regalaba al que mentía  en su edad para conquistarme.

Paraban sus tetitas y eran dueños del esclavo. 

La Paraguaya

La cuestión del bicho se tornaba imprescindible cuando la discordia del lenguaje no lograba resolverse.

Altruistas y paracaidistas se ocupaban de la problemática sincrónica y no estipulaban rencor.

Era difícil evitar la prenda de moda.

La Suerte Cuando Te Cabía El Examen Oral

Fue el oprobio. Había todo un equipo interdisciplinario que afirmaba accionar en pos de mis órdenes y en verdad, ello no era cierto.

Creíste todo lo malo que me endilgaban y en ese circo, me culpaste del embarazo. Vos sabías de mis aptitudes con la religión y no entendías o mayoritariamente, te interesaba lo que esgrimían ateos y esas formas modernas.

Dios no me crió para que te de la razón porque sí o por acaso, por cuestiones políticas. Decirte esto, obvio, era despotricar contra todo el mundo y creencia doméstica.

Oral.

Police And Thieves

El karma que sufríamos desde temprana edad implicaba cierto conocimiento del rol función de estructuras delictivas que obviamente era imposible de saber.

La idea de que todo era amor y que sólo con nuestras creencias por el bien y esas mistificaciones de la ideología fructífera resolverían todo, plausiblemente no era cierto.

El sufrimiento era corporal y afectivo. La gente tenía gusto y lo adquiría culturalmente. Ni lo discutía, desde ya. Pero había situaciones oposicionales que no podían superarse ni por el background de aquellos que decían ser eruditos.

La prole, por mal de ojo,  suponía reproducir la magia psiconalítica de tanto en tanto, usufructuada por la mímesis de la estructura delictiva.

La sophia recogía conmigo.

Doble Vida, For Export

Por lo pronto, seguías considerando lo mismo de cuando te utilizamos y conseguimos el puesto. Rastrillaje alquímico y esas fuentes de influencias decisivas que te tomaban por asalto.

Tu enemigo inteligente ya no estudiaba más, la forma de persuadir al resto de la sociedad de que eras al fin y al cabo, el culpable de todo.

Tenías un faisán y lo relacionabas con cualquier polluelo estigmatizante propicio a las formas de consensuar con mi piel, sólo para adularme.

Ni sabías del esfuerzo económico que tuvimos que realizar a tientas del cargo secreto. Logrado. 

Era el norte, lo sabías, el dueño del complot. 

La Naif De Neuquén, Otrora Lumpen

Vos también estabas muy superficial cuando te conocí. En ese entonces, sinceramente no me fijaba en esas cosas. Te recuerdo porque evidentemente dios querría que te recuerde y te traiga a mí presente y que cumplimentes cierto rol dominante dentro de mi memoria, y vaya a saber por qué. 

Eras linda. Algo sucedió dentro de tu ambiente jurídico para que yo me sienta obligado a recordarte y tentarme por tus instintos naturales. Neuquén era tu lugar natal. No podría olvidarlo. En ese momento, me seducía conocer gente de otros lados que no fueran los míos.

Morimos juntos y nunca nos enteramos.
De-sincronización del cosmos.

Mujeriego, Jazz

La estructura delictiva de ningún modo iba a extorsionar al proceso inflacionario de los cuerpos sanguineos. La veta del respirar bien, no nos servía.

Los ataques profundos a propósito de mi carácter, se convertían en espectros dóciles elucubrando mi mentira final.

Era un momento de amnesia terminal, donde sicarios del juego aprovechaban para maltratar mi buen nombre de honor por la vida.

Me acusabas de traidor. La revolución, era internamente y la receptividad se convertía en crisis. 

Reñida

La fiaca, por los procedimientos de objetividad per se, no me importaban. Me daba verguenza tener que tratar de adularte y esgrimir una pulsión de amor realmente intrínseca, con lo que sucedía en el mundo.

La vejez, con ansía de belleza en los tópicos de variadas posiciones artísticas, me convencieron que la tríada de la teoría del vencido, era funcional a las estrategias del poder discursivo. Ahí me di cuenta que cuando te materializabas de verdad, el mesías no existía.

Para entonces eso era el cuento del tío y adolecía totalmente del bien. Lo expresaste entre tus camaradas y lanzabas la clásica muletilla. No daba.

Eras reñido y bastante oculto.