La Persecución

La textualización. Era tiempo de poca inteligencia e ignorancia cuando nos subíamos al carro del juego y esgrimíamos a la intemperie el fraude del patriota.

Pero era cierto. Repetíamos incesantemente las verdades que nos ofrecían los demás sobre el bien religioso y el mal religioso. Yo derrapaba en la cúspide. Al paso, eran los amiguitos del dolor pactado y los que se creían potenciales heroes.

Ya, para el sistema de enamoramiento, no dejábamos rastros.

Fame

Vos podes hacer lo que quieras. Pero la fama de trepador no se te va. Y es cierto que recuperaste el mito para contraponer el resultado especulador de los otros y hacerte el nene bien, cuando la guita en verdad, no te alcanzaba.

De todas formas, eso no te interesa. No quiero enviarte conceptos de territorios extranjeros para convencerte de que nunca te enamoraste de verdad.

No soy quién.

Pero si te gusta el viento que envalentona el prejuicio, así se hará. Pero no me eches la culpa de los males que embravecen a los dominadores. 

¿ Buscabas fama? . 

La Costilla

El proceso orgánico comenzaba a demostrar sus efectos. Hacías pie en el cansancio y en el desconocimiento de la ciencia permitida. Los secuaces, los que habían pactado con el poder militar se entrenaban para dar su puntada final.

La costilla en definitiva simbolizaba el deseo de vengar el mal sobre el cuerpo ajeno y que tendría resonancia cósmica cuando el futuro muera. Los irónicos, no creían ni la mitad del asunto y apostaban decididamente en lograr tales efectos.

Recordaban cuando memorizaban el credo y tenían que imaginar la creación de lo postulados científicos y creer. Sobre todo creer. 

Era raro curarse solo.

La Terapia De Culpabilidad

Por el prejuicio concomitante, el resto acechaba impactante a descubrir los errores que el autómata esgrimía.

Te metías y re metías en algo que implicaba, situación sospechosa de alguien que en verdad, hacía de su vida una ilusión.

El velo. Era utópico creer que sabías más que toda la humanidad.

La Codicia Fulgurante

Había pretensiones que excedían la idea básica de alimentarse y al cerebro eso no le interesaba. Las cuestiones de cuerpos perfectos dados por la sociedad de consumo, en rigor, me obsesionaba.

La metafísica hablaba de mí y al patrón, le interesaba la historia de las tetitas que esgrimían posicionamiento dialéctico. No poder ver, al mejor estilo de los ciegos era la tarea de la histeria y eso, te lo enseñaban.

Te negaron pero sin saber del a priori. 

Contextualismo

Comenzaba la realización del yogui, pero por excusas temporales, no entendía nada. Tenía su onda tomar viagra para mejorar el rendimiento del class actions pero no, no iba.


Lo natural, perfeccionaba cualquier forma de existencia ficticia e incluso, las ciencias morales reflexionaban sobre el determinismo científico. Yo tenía que repetir la idea putissima de que dios existía y que ayudaba a los pobres, claro.

No me hacías caso. Mil veces te expresaba que tus asesores eran de cuarta categoria y vos, creencia específica del equipo interdisciplinario.

No sabías entonces del planteo. Lucio, el fidedigno.

Epistemic Abstinence

Creerte no era tarea sencilla pero debía intentarlo. Se suscitaron varias escenas de contrainteligencia y el ardid básico entonces, era resignificar todo hacia el pasado. 

Podía enaltecerme sí querría. Inspirándome en dioses del más allá, pero no me seducía esa idea aprendida y vociferada por las distintas burguesías del conocimiento. Qué al paso, perdían relevancia con mi ojo clínico, él qué sólo pretendía aura del bien amor. Amor, no de nalgas caídas, porque ese era tu complejo, sino amor que no ofreciera especulación alguna de ninguna índole.

Ellos, los que dios enunciaba con sarcasmo, sabían más. Era lamentable pero se entristecían sin saber a ciencia cierta de lo que era dios en la faz de la tierra.

Era insoportable saber de su presencia mientras el resto de la sociedad nos criticaba. 

Peón del castigo.

Rule Of Malena

No tenías idea de lo que se avecinaba en el gran frente de combate. Peticiones de distinta índole, lugares comunes para esgrimir injusticia, pero no demostraban esfuerzo para modificarla. Luego, vos no advertías tu estrechez de corazón que no permitía razonar del modo más proclive a la verdad de las cosas materiales.

Había celos, sí, era cierto. Celos infantiles y metías las narices donde no debías. Sospechabas, dudabas del frontman. Aunque con él, la culpabilidad ya estaba inventada por el sistema. Para ese posicionamiento, adquirías las estrategias pre-científicas y predeterminadas.

Ley del talión.

El Ayudante

¿De qué querías hablarme?, luego de haber realizado el trabajo de campo era más que evidente que el capital simbólico lo poseías vos y en sentido práctico eso te beneficiaba. De mi parte, era poco lo qué yo podía lograr en términos materiales pero la molestia pasaba por otro lado. 

Me hablaban de tus logros en el plano de la justicia y lo mucho que hacías por un mundo mejor. En comparación, yo creía todo lo contrario. No era nadie para objetartelo pero la muestra de tu altivez, me quebrantaba.

Sí supieras de infiltraciones, de grupos de tareas y hasta incluso, de escuchas ilegales, reirías de mí y capaz, entenderías del amor verdadero.

No tenías que tener lástima cuando te enterabas que nos trataban como esclavos y que obvio, era lo que merecíamos. Tenías, se supone, que tomar conciencia y dejarte de llevar por lo que decían los demás y lástima, claro, era lo que te enseñaban en la facultad.

En perjuicio, yo latía con el complejo de inferioridad.

¿ Era eso lo que no sabías?.

La Hipnosis Del Clan

Tenía hambre. Me enfermaban las difamaciones en que muchos conocidos expresaban a escondidas. Cuando en verdad, desconocían los motivos últimos del atrevimiento de las iracundas. Pero sí, era cierto. Tenía un hambre grandísimo, casi cómo nunca antes.

Los especialistas, aparte de la dulzura provista a la estructura legitimante, esgrimían ya del terreno aparente para emigrar y dar a luz. No iba a jurar nunca por el juguete perdido a expensas de la sincronización medida y qué a la casualidad recogí, no, jamás. Pero implicaba el deseo perenne de ser. Y el deseo, lo sabía, era la bestialidad de la máquina.

Le dije a dios que tenía hambre. Se olvidó. 

Why Do We Race?

No sabría explicitarlo. Había senderos y bifurcaciones con distintas interpretaciones de los estados de inconsciencia, y la verdad que competir paralelamente no me interesaba. 

Algunos capaces esgrimían el punto de la pena de muerte para satisfacer la plenitud del ego.  Ante la falta de eje, yo preferiría la discusión díscola pero qué posibilite la intencionalidad prematura del mundo.

El sueño del abdorgasmo era sólo por la frecuencia horaria. Sustituto del amo, decían los campeones. 

La Manuela, Concepto Místico

Las proposiciones, cuando te explicaban de los hechos causados por el místico, a vos te daba que pensar.

La suerte, la sexualidad confinada, nos esgrimía cierta confusión de no saber de que charlar, sí no había merecimiento.

Usaban necrofilia al punto de las proposiciones verdaderas y no encontraban cercenamiento de la individualidad familiar.

Qué, le dije. 

Baldomero, El Escaziota

Sabía entre tantas consideraciones que la complicación de la poesía no te cabía ni una milésima. La métrica, la imposición del sentido del amor para conquistarte, no era tu fuerte y te hacías rogar. Yo, pollerudo por antonomasia, no comprendía las situaciones que me endilgaban los demás, tipo rarezas y mistificaciones del affaire.

Las judías no bailaban. Era el obrero el poético. 

Bajtín, El Baile

La pieza databa del pleno sistema jurídico de los arcaicos y no les iba la idea de contribuir a la conformación de privilegios por el simple hecho de que te comuniquen sincronizar palabras superlativas.

La cuarta década, parecía para el señor, generarle la superación casi total de todo el conocimiento habido y por haber. Resultaba pretensioso, sí, y daba combate a los pactos ocultos de las fuerzas malignas.

Ninguno de los comensales quería expresarlo. A ellos les esgrimieron donde residía el secreto del demonio y la magia para usufructuarlo.

Esperaban el baile. La resignificación de lo acaecido.

La Doctorita

Las cuestiones de inmigrantes era lo que estructuralmente abatía el alma de la mujer bella que intentaba bajo toda forma, resolver el conflicto de tinte especulativo.

Tenía pretendientes de distinta índole y no quería dar el sí a alguien que no generaba la confianza necesaria dentro de los parámetros en que fue educada.

Sentía amor por el prójimo pero nunca en el sentido revolucionario. Volaba en mente a Moscú y de ahí se enteraba de mis particularidades.

Su ortodoxia descansaba en el Tíbet.

The Vanguard Is With Abelardo

Entonces sabiendo lo que te propondría no debería esperar por un sueño hipnótico y que realce mi forma estética, a priori del deseo divino. Ello, acaso justo cuando los libertarios incendiaban tu celda y espiaban las tecnologías ocultas del bosque.

La parábola, la ciencia médica no me amaba y hacía el esfuerzo necesario para liquidarme en las formas ya conocidas de la sincronización social.

No era qué tenía miedo de enamorarme igual dentro de la barbarie. Aunque la idea de la mística era constitutiva para lograr la presunción del amor correspondiente.

No, no había la suma perfecta. 

La Casaca Del Psicoanálisis

Y la injusticia, cuando hacíamos truco, desaparecía. Eso nos enseñaba la vieja escuela del amor y qué toda viveza en contra de la mujer, sería extinguida.

Las normas del conocimiento que posibilitaba la sincronización, implicaba mayor articulación de los distintos tiempos vívidos.

El acechante, el tipo que no le cabía ninguna, daba por demostrado su intemperancia.

El éxtasis, cuando lo codiciabas y no lo creías.