El conocimiento no era el pellejo, cuando te habían solidificado a instancias del acceso carnal y desconocías de la intemperie del ser. Había ampliación de datos sin marco teórico y reías, reías con el huso horario.
Pero no íbamos a decir del faltante de experiencia, a posteriori de la amnesia y la electricidad nos empantanaba. No íbamos a decir del conocimiento de las no ciencias y la quietud, la quietud de la multitud.
Realizábamos la lectura. El aura, la escucha sin función dominante.
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