La raíz del núcleo ascendente nos cerraba los ojos. El mudra, el mudra de la apariencia ideológica no nos decía que todos se enamoraban por conveniencia específica y eso, eso para mí valía oro.
No, no tenía la vida comprada y los chamanes jugaban con mis verdades.
Así, con la invitación del sistema, esgrimía al orgánico la verdad de sus padres.
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