Ya sabía que negabas todo tipo de implicancia en mi vida personal y con absoluta arbitrariedad lo comentabas entre tus allegados. Y te hacías el democrático. No iba a criticarte por los dientes porque la estética y esas consideraciones de lo políticamente correcto no iban conmigo.
Había que saber de la clásica dicotomía dada entre la luz negra y la luz solar del bosque cuando los pelirrojos esgrimían la hipocresía por la falopa.
Y lo real, lo real era tan imaginario como creer con absoluta certeza los designios de poder de los medios y esas cosas que te encabronaban.
Vivir y ser dios era tu elucubración manifiesta.
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