Y eran situaciones díscolas. Y no parecía algo bien, tener que razonar una y otra vez considerando sí era conveniente juzgarte en base a los dichos del doble agente. Las apariencias, los temas tabú nos complicaban varias veces la jodida verdad.
Pero la historia dominante era esa. Razonar argumentarte y sugerir sí convenía o no convenía. Tanta pierna rota y todavía especulabas los designios del amante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario