viernes, 2 de marzo de 2018

Reñida

La fiaca, por los procedimientos de objetividad per se, no me importaban. Me daba verguenza tener que tratar de adularte y esgrimir una pulsión de amor realmente intrínseca, con lo que sucedía en el mundo.

La vejez, con ansía de belleza en los tópicos de variadas posiciones artísticas, me convencieron que la tríada de la teoría del vencido, era funcional a las estrategias del poder discursivo. Ahí me di cuenta que cuando te materializabas de verdad, el mesías no existía.

Para entonces eso era el cuento del tío y adolecía totalmente del bien. Lo expresaste entre tus camaradas y lanzabas la clásica muletilla. No daba.

Eras reñido y bastante oculto.



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