Había pretensiones que excedían la idea básica de alimentarse y al cerebro eso no le interesaba. Las cuestiones de cuerpos perfectos dados por la sociedad de consumo, en rigor, me obsesionaba.
La metafísica hablaba de mí y al patrón, le interesaba la historia de las tetitas que esgrimían posicionamiento dialéctico. No poder ver, al mejor estilo de los ciegos era la tarea de la histeria y eso, te lo enseñaban.
Te negaron pero sin saber del a priori.
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