Cuando subordinamos el afecto y era casi de obligatoriedad realizarlo, yo no te decía, de lo que tus amigas esgrimían de mí, secretamente.
Y al colmo, te trataban de tonta, porque te animabas a chuparme las medias, eso de lo que yo decía, eso de lo que yo pensaba.
Te casaste. Tuviste el fruto concebido por los procesos de sincronización y salías de la cúspide, claro, de sentirte presionada.
Y la terapia, a veces con flores de bach, hacían lo necesario para sacar la astilla del corazón pudiente.
Acaso ni lo sabías, de lo que decían de vos. Ni lo planteabas. Y menos de las vitaminas ocultas que sin que sepas, debías tomar.
Eso era rock.
No hay comentarios:
Publicar un comentario