Nosotros nos encontrábamos totalmente alejados de los subterfugios que esgrimía el circulo de la cúpula. No teníamos tampoco, problemas con el apareamiento de religiones y las vicisitudes que generarían entonces los potenciales cuadros de interpretación errónea. Sufríamos sí, la ausencia de tener una inteligencia propia y auténtica. No nos contradecíamos en eso.
El capo nos recordaba los destinos del leviatán y obvio que era sincero.
No sabríamos sustituirnos dentro del acontecimiento del sistema sin que el sistema lo exprese.
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