Varias eran las cuestiones que desconocías cuando adquirías bienes materiales y los del estigma te trataban de incrédulo. La aparición del enemigo, construido a base de consideraciones intempestivas de los que se suponía debían protegerte, también sumaba a tu enredo de información encubierta.
Pero no importaba. Estaba al tanto de enamorarme y eso no era producido por el milagro poético de ningún budista malicioso y esas cosas sacras que se despliegan y pliegan bajo distinta forma.
Yo quería mostrarte el vil compuesto del anti. Qué sepas de la jugada colectiva del mudo. Y que no era traicionero el quía.
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