Era celos en verdad lo que tenías con tu hermano y por eso actuabas así, cómo si todos los problemas tuvieran su causal en él, y el resto de tus socios justificará tal situación.
No tenías ni la costumbre, en procesos de ingeniería mental, para imaginar que el tipo no iba a construir en clandestinidad porque no iba a herir susceptibilidades metafísicas de raza.
Y al claro de luna, eran tiempo de pruebas nucleares y tu egoísmo seguía con la impronta de los celos.
Acaso el salvaje era el inconsciente de tu acechanza.
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