Eran varias las veces que esgrimías lo que las estructuras del estado versaban sobre mis acciones y declaraciones adrede de mi esfera privada.
Y eran varias las veces que gente amiga daba por sentado qué yo, jugaba a dos puntas. Causaba estupor, la fácil tarea orquestada por las antiguas listas negras y qué vos, tonto y e incrédulo, desconocías.
Yo, hiper creído por mi conocimiento político y acaso también de las religiones despóticas, lamentaba que te dejarás llevar por lo no real. Y morir, cuando uno no lo deseaba y esperaba, ya era parte del juego. Pensé que lo sabías.
Realmente, pensé que lo sabías. Lloraba sí, pero el ego no era mío.
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