Me sugerían de los dioses, de lo inabarcable de sus sufrimientos y guerras ocultas dentro de los hemisferios decisivos del conocimiento circular y apocalíptico.
Era muy cierto, entre otras cosas, que los seres humanos sufríamos el desdén del mundo y la incapacidad innata de poder transformarlo. Además, moríamos. Y se sabe, esa tristeza es inmodificable para la vida de los hombres.
Morir. Pero existían las guerras y los dioses por puro desencanto nos dejaban afuera de todo aquel mal que sólo ellos podrían soportar y entender.
¿ Ni lo imaginabas no?.
La cosa más digna que hice por ellos fue cuando me fui del bosque. Me fui del bosque y ya nada fue igual para el concepto vector.
Yo ya aprendía de ellos, en medio de la teletransportación inhumana.
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