Ya estaba hartísima, que me digan que era un pedazo de carne y debía pleitesía a los que fumaban yerba y de la buena.
Esas consideraciones eran impuestas por distintos agentes sociales que nutrían a la estructura legitimante del yerro. ( Subterfugio).
El material simbólico, la astucia de las formas pre capitalistas, hacían de este ser, alguien totalmente inocuo a los pensamientos racionales.
Para entonces, yo me enamoraba fácilmente y el sistema no iba a perdonármelo. Ese era el punto. El sistema no iba a perdonármelo.
Acaso por las escondidas.
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