La miel, escondida entre sus brazos, indicaba la pertenencia del mundo inmaculado y el rechazo al cúmulo de deseos usados que latigaban la cola dionisíaca del yerro.
La bondad, oscura, lúgubre, decía de la melancolía que algunos sistemas buscaban recuperar.
El canto del sollozo en sueño ya era un mito.
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