Al final, no era una pose cuando nos jurábamos amor eterno y ni sabíamos del sistema de ideas que dominaban al mundo, no nos interesaba de última.
Y nos íbamos. Decíamos de la injusticia, y nos reíamos.
Reíamos del concepto de la falda y cuando los pibes se calentaban por primera vez, nos atraía esa situación. La historia, en definitiva, no estaba en creer en lo imposible de las revoluciones creadas por tv, ¿ no?.
Era otro, el puñado, la antitesis.
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