Mi sueño era volverte adicta al forge of empires pero la benevolencia estaba en que no te dieras cuenta. Era potable el río, los mares sin olas y también, no me interesaba la problemática de la ansiedad, justo cuando te dábamos las indicaciones necesarias y específicas para superarla.
Un día, pasada la noche, yo te enamoraba. Pensé, sin querer, de manera diacrónica que yo te enamoraba. No supuse de tu ardid. Del ingenio.
De la palabra metafísica que engañaba la situación. El deseo, la punta del iceberg del amor.
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