Y a posteriori, esgrimías saber de la gramática. No hacías nada para conquistarme y te dejabas llevar por el cuenterío de los que comían bien.
La luz de la aproximación, el informe confidencial que no creía de los supuestos hechos de amor entre lo sensible y lo irreal y dale que sí.
La carne, el cuerpo de cristo, obvio no era mío.
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