Las nuevas derechas. Ese era el término que endilgaban a las formas de ser donde se suponía riqueza y frialdad de conocimiento. Yo no pensaba nada. Sólo sabía que sufría el tema del pan y la tentación del misterio trinitario.
Para entonces los señoritos hablaban del berreta. Un concepto multitudinario que implicaba no ser auténtico en la clase que te gustaba y se suponía, pertenecías.
Pero las nuevas derechas, no sé, no tenía yo fundamento para despotricar contra conceptos que desconocía y obvio, era cool criticar al sistema del mundo y decir que el fundamento estaba desfondado. Nada que ver.
Y así era y dilucidaba aquel amor de mi vida. No lo conociste. Comía pan para imaginar la conquista.
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