Ya sabía yo de los chismes que comúnmente otorgaban dentro de los sistemas laborales y de lo que decían de vos, me horrorizaba. Nos enseñaban a no entrometernos en cuestiones ajenas de amor, y era cierto, nos metíamos porque a la evidencia, tendríamos algún interés superlativo.
Cambiabas siempre de gusto y nos esgrimían, agentes sistemáticos, de tu funcionalidad al engaño. Y de la adulación, por la estructura delictiva. Ni sabía de la irregularidad del comienzo. Ni lo sabía.
Pero no podíamos dilucidar de la sincro de tu subjetividad. Y los que nos decían una y otra vez, estaban en lo cierto.
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