Nosotros no creíamos en las formas básicas del conocimiento primitivo. De hecho, éramos exquisitos en las implicancias del goce y dada la similitud, preferíamos las sendas del prejuicio reaccionario.
Un poco por destino, un poco por deseo despojado del mundo. Y la idea de la libertad, desde ya, creíamos que éramos libres.
La lógica, el pulso, el allanamiento.
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