Era tú esposo el que te manoseaba la cola. Tú esposo, y por lo que yo entendía, con justo derecho. Y lo sabías, era el que esgrimía que eras totalmente suya, incluso, automáticamente suya.
¿ Qué querías qué le dijera?.
El comité central determinaba con absoluta especificidad alguna de estas consideraciones.
Era tu decisión y de absoluta voluntad esgrimirle a tu esposo de tal comportamiento. No había complicidad, no podía haberla. Tenían un lazo legal y el amor afectuoso lo ofrecían de tal modo.
Deberías decir akemi, del rol del astrónomo cuando cuestionabas estos puntos.
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