Era cierto que gran parte de mi avidez de novedades se debía a mi soledad y que la ilusión cumplía un rol decididamente secundario.
Pero no importaban estas cuestiones. Sabía de la coyuntura y la responsabilidad entonces de ser feliz no cuadraba dentro de mente. Eran otras las vicistudes que debería afrontar y la conspiración se avecinaba.
Yo cenaba. Imaginaba el pliegue del capullo y me erotizaba.
No había iones perfeccionados con el posible amor de mi vida.
Vuelta a la escena y resignificación.
Soledad. Avidez de novedades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario