Era tu ciencia la que endilgaba verdad sobre el concepto empírico y y yo no decía nada. Y era tu ciencia, la que daba especificidades del amor, del verdadero amor, cuando nunca habían amado. Y sabías de la adulación de las formas empíricas del conocimiento.
La zarpadez del amor, no era levantarte por fuera de los inputs y outputs del imaginario social. Decían del pacta sunt servanda, y la verdad, no podía actuar.
Yo era el que había conducido secretamente la revolución del dinero y no podía demostrarlo.
No quería ser tu ciencia, no te convenía.
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