Eran las manifestaciones del quiebre tecnológico cuando mitificaban fuertemente los deseos del cerdo adrede de la filmación espontánea.
Y no había espontaneidad, no la había. Sí repetías de manera variada los designios del dogma religioso y me culpabas por enrojecerte. Insistías con el concepto embrionario del cordón umbilical, forma sútil de desconsiderarme.
Ignorabas la labor de los tiburones, realmente lo ignorabas. Y cuando te dabas cuenta de semejante posibilidad, ladrabas el abc de los libros.
Dejabas la huella. Analítica existenciaria.
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