Ah, sí encontrarás los bellos estudios de la química no dirías de la piedra filosofal y de la tierra inexistente. Tampoco dirías del azar de los nombres y cuando éramos libres, acaso de la sincronización del sistema numérico.
Y la piedra del bosque nos descubría. No preguntaba que quería o, de la segmentación de la especificidad, a priori de la realidad estructural. Era. Y ser, era principio del nombre.
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