Máxima pureza tenían los mohicanos cuando dialogaban sobre la medicina sagrada. Aunque yo, ni sabía de los fenómenos de autorreferencialidad y al canon hermenéutico lo desclasificaba.
Sedimentaban los senderos del detective a sabiendas de la pericia auténtica del jeroglífico. Al rumor, no iba el mudo al baile del eucalipto.
Tentación burguesa inexplicable.
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