Nunca te ibas a enterar de las formas secretas en que se generaban ciertas enfermedades. Era cierto, tenían la fórmula secreta de la alquimia para poder generar artificialmente a la copia de la naturaleza y desnucarte.
Esperaban la última cena, algo así como la idea de la consumación de clase.
Siempre, a cambio de los patrones de conducta, pedías y confiabas en la virgen. Esa idea de creencia fuerte que teníamos en alguien más allá de todo y que nos pudiera sanar e iluminar con absoluta verdad y a cambio de nada. A cambio de nada y a cambio de pensar la eternidad sin nosotros mismos pero con la sanación de la herida. Sanarla y enfrentar la consumación de la enfermedad artificiosa y cruel, muy cruel.
Tenían la fórmula del corazón artificial para enfermarnos y luego, luego tu decides.
Alea iacta est.
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