Había un sistema oblicuo que te indicaba desconfiar de lo fácil, de lo sencillo.
La imaginación no precisaba suerte en la idea principio que uno quería para sentirse seguro y repetir el hecho del amor sin temor, sin presupuestos indicados por subjetividades dadas de una alienación dominante.
Las rosas, el que dirán, las ganas de verte se evaporaban como la frase: " Todo lo sólido se desvanece en el aire".
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