Insistías con la risa de la sinrazón pero yo no tenía nada que ver. La producción de las fuerzas malignas era fuertísima y tu yerro, de entrada, era desconfiar de mí.
No era fácil tarea demostrarte la verdad de los procesos de sincronización social cuando creías y ponías más ímpetu en el mundo desconocido que en el propio mundo real y del ser auténtico.
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