No había logrado conmoverte. La tristeza era enorme pero estaba acostumbrado a situaciones de tal naturaleza. Siempre me catalogaron de sospechoso por considerar enamorarme rápido y sencillamente fácil. Pero no. Tenía mis años y ya había aprendido que si un hombre no lograba conmover a su mujer deseada, algo de culpa habría y entonces ampliaba su fracaso.
Lo consumado no era nada en comparación a lo posible que podría generarse dada la reciprocidad necesaria.
Eran los dados quienes acusaban mi destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario