Me hablaron del concepto de gata flora y no creía, raro. Era un ambiente de elite universitaria y entonces no era creíble suponer actitudes de tal índole.
O sea, era un prejuicio. No quería darle la razón a mi hermano porque sería otorgar credibilidad al sistema de falsedades de antaño y no me importaba.
Trabajábamos con los especialistas de la sangre y eso me bastaba.
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